viernes, abril 28, 2006
Titán.
04/28/06
Serie 23/4-4. Titán.
(BSO: Aquellas pequeñas cosas, de Joan Manuel Serrat)
Casi no recuerdo cómo eran antes las calles de mi ciudad. En 10 años ha cambiado demasiado como para que los viejos asfaltos y los azulejos gastados permanezcan en mi memoria. Éste es uno de los pocos edificios que el ayuntamiento (miento, miento, y miento) mantiene en pie. Es el Cine "Social" Titán. Siempre me apasionó esa palabra allí en medio: "Social". Supongo que se refiere al sentido popular del término: un cine para el pueblo. Lo que pasa es que hoy relacionamos todo lo "social" a la caridad o a lo marginal: viviendas sociales; servicios sociales, educadores sociales, ayuda social. Una lástima, que un término que hace referencia al conjunto de la ciudadanía, que refleja la unión del pueblo, haga referencia a sólo unos pocos: precisamente a los que, en muchas ocasiones, quedan relegados de dicha sociedad.
El cine Titán. El cine al que fueron nuestros abuelas y abuelos ha quedado para la posteridad como un edificio en el que se realizan, mayormente, actividades para grupos de mujeres.
El caso es que me cuesta recordar cómo eran las calles antes de la explosión inmobiliaria que comenzó con la construcción de un centro comercial y ha acabado (de momento) con el tranvía. Me cuesta recordar aquellas fábricas abandonadas en las que fumamos nuestros primeros cigarrillos; el Music Palace, esa discoteca a la que venía gente de toda la provincia y donde nos dimos nuestros primeros besos y bailamos nuestros primeros agarraos; la autoescuela Roca, donde teníamos previsto sacarnos el carnet de conducir (que aún sigue sin sacar); la Casa de Cultura, punto de encuentro de mi generación adolescente; el cine Avenida, donde vi ET; el CEIP Torres i Bages; el pati Blau, embalado donde iban a bailar nuestros padres y que fue derribado cuando cumplía su función de centro social ocupado. Todo ha ido al suelo, todo ha sido derribado.
Sólo hace 10 años aún estaba todo en pie. Sin embargo, el hecho que ya no estén me hace sentir vieja. Se me hace difícil recordar aquellos buenos tiempos sin un espacio físico donde ubicarlos. Y es imposible que no me invada una especie de nostalgia.
Llegará un día en el que pagaremos el oro y el moro por conseguir un trozito de tierra libre, sin edificar, en el que podamos respirar tranquilos.
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