sábado, abril 01, 2006

Novedades discográficas




Bufff,
tengo estrés musical.... Acaba de salir el último (bueno, en realidad no es que acabe de salir; lo acabo de adquirir, que es diferente... ay mi jefe, si me leyera...), y no puedo dejar de escucharlo. Me impresionó más Bari, el anterior disco de los flamenco-hiphop, pero bueno... también mi estado emocional era bastante diferente al de ahora....

Y, siguiendo con el tema, recomiendo profundamente el debut de Muchachito Bombo Infierno. Mi trabajo me impide a ir a ningún concierto (salgo tarde y cansada, aunque me he arriesgado y me he comprado un par de entradas para los RHCP), pero me encantaría verle en directo. En veranito, supongo, con mi colega Silvi (el otro día comí en su casa; cómo aprendo de esta niña) o el pajarito y la Laieta.

Por otro lado, mi adorada y admirada Amparito, de Amparanoia, acaba de colaborar con el recién estrenado disco (éste sí) de Rosario Flores. Menudo cóctel.

Pues eso. Por cierto, me han recomendado Volver, de Almodóvar. La verdad es que tras los dos últimos bodrios (La mala educación --puagh, qué horror--, y Hable con ella --la Watling, tan guapa, mona y dulce, me da una rabia que la mataría--), se me han quitado bastante las ganas de pagar mil pelas para ver la peli del manchego. Pero en fin, haremos un esfuerzo. Todo sea por subvencionar en la medida de nuestras posibilidades al cine español.


Memorias perdías: Ayer estuve hablando con alguien que podía haber sido de mi familia y me reí mucho. Es curioso que,a veces, las relaciones mejoren cuanto más lejos están las personas. Nunca pensé que me contara todo eso. Me alegro por él. ES una gran persona.

No me toques las palmas que me conozco: ¿Hay algo peor que te llame tu jefe mientras te estás intentando relajar haciendo deporte en tu gimnasio?

Stupid girls: Siguiendo con la música, no os perdais el último vídeo de Pink. Es la bomba. Y, siguiendo con las Stupid Girls (SG), tomatazos para la Campbell, cuya afición parece ser cascar a todo el que trabaja para ella (aunque saldrá impune; sus abogados ya han dicho que atacaran mirando si a la pobre empleada la han echado de trabajos anteriores, si tiene deudas en el banco, problemas con las drogas --JAJAJA; como si las modelos no tuvieran--, o, vete tu a saber, si mira las pelis porno que los americanitos producen y que tanto les escandalizan; los pobres, encima de cornudos, apaleaos). Estoy hasta los güevos (sí, con G) de estas divazas (y divazos) de mierda. Una buena cura de humildad en algún trabajo comunitario, les haría falta. O, por qué no, una buena bofetada. Así beberían de su propia medicina.

viernes, marzo 31, 2006

La vida secreta de las palabras.


Bueno. A ver si esta vez es la buena.
Es la tercera vez que intento escribir algo sobre esta peli. Curiosamente, cuando acabo, mi ordenador muere y resucita solo. Yo y los ordenadores. Es difícil escribir algo con sentido cuando odias a la máquina a través de la cual tienes que hacerlo.
En fin.

La Coixet. Qué puedo decir de las pelis de la Coixet. A la Coixet siempre le doy un diez antes de ver sus pelis. Luego, lo suscribo. En mis otros dos desaparecidos escritos --en los que la inspiración era bastante superior a la de éste, ya que lo estoy escribiendo casi por obligación o por cabezonería--, decía algo así como que las pelis de la Coixet agujerean mi coraza y consiguen traspasar hasta llegar a lo más profundo de mí. Es una sensación difícil de explicar. Me atraviesan; me hacen pensar en quién soy y en lo que quise haber sido, en lo que quisiera ser y en lo que tengo la certeza que seré. En el frenetismo de la vida que llevamos. la calma, la profundidad, de las pelis de la Coixet me destrozan. Sufro la resaca de la peli hasta días, semanas después. De hecho, creo que todavía no he superado la resaca de Mi vida sin mí. Y hace más de dos años que la vi.

Y La vida secreta de las palabras ha conseguido lo mismo. La vi el pasado martes; no todo lo tranquila que hubiera querido. La vi con prisas y ruidos a mi alrededor. Pero, a momentos, conseguí meterme en la peli y formar una pantalla a mi alrededor, de manera que nada de lo que hubiera a mi alrededor pudiera molestarme. Qué puedo decir de la peli. Es una historia preciosa. Dura, pero preciosa, que habla de lo que no queremos recordar, o de lo que preferimos obviar para no provocarnos más dolor del que este vida, ya de por sí, regala. Que, en ocasiones --unas más que otras-- no es poco. Especialmente si has tenido la --mala-- suerte de nacer en un sitio de este agónico planeta en el que no habrías debido. No es mi caso. Pero me suscita un dolor indescriptible.

La guerra de los Balcanes me pilló en plena adolescencia. De acuerdo: era una adolescente comprometida socialmente y, por lo menos, sabía que había una guerra en Europa. No debería ser un logro si el 80% de mis compañeros de instituto no hubieran desconocido la existencia de este conflicto.
Pero, al fin y al cabo, era adolescente. Sabía que había una guerra en algún lugar del mapa europeo que conseguía ubicar inexactamente y con bastante dificultad, y que no debería ser "normal" que este tipo de conflictos pasaran en un continente en el que durante los últimos 100 años se habían dado las únicas --y últimas, esperemos-- dos guerras mundiales de la historia de la humanidad --esa humanidad tan poco humana de la que presumimos--. Pero no conocía el alcance de la tragedia. Como la mayoría de la población, fueran adolescentes o no, preferí no conocerlo. Como la vieja Europa, que prefirió mirar hacia otro lado antes de detener una de las más grandes y repugnantes matanzas que se hayan dado en los últimos tiempos. Una Europa tan pendiente de recordar los males del pasado que se olvidó de evitar que surgieran en el presente. Una Europa que todavía sufría el lastre del horror y que supuso que hacerse la loca ante El Terror no le cargaría de más culpa; culpa a añadir a la que aún no había podido quitarse, y que procedía desde las colonizaciones hasta los recientes conflictos de la historia contemporánea. Para contrarestar esa ignorancia consciente, eviaron a los cascos azules. Craso error. Todos --los que a veces nos preocupamos por levantar la cabeza y mirar un poco más allá de nuestras narices-- sabemos para qué sirvieron los cascos azules. No creo que sea necesario recordarlo.

La guerra duró 10 años, y nos olvidamos de su existencia. Festejamos su finalización, y nos olvidamos que había sucedido. La memoria selectica colectiva, debería llamarse. Pero los que no la pudieron olvidar son los que la vivieron --los que la sufrieron-- en primera persona. De los que el resto del mundo también nos hemos olvidado --"I'm not the only one, satring at the sun, not the only one, who's happy to go blind...", decía una canción de mis idolatrados U2--. Gente para la que el dolor es tan grande, el pasado es tan terrorífico, que no saben para qué deben levantarse cada mañana. gente que se siente culpable por haber sobrevivido al horror mientras los demás hacemos como si nada hubiera pasado y como si, inconcientemente, pensáramos que deberían estar agradecidos porque la vida les ha dado otra oportunidad. Pero, ¿a qué precio?

Pues esta peli va precisamente de eso. A destacar, mi adorado Javier Cámara --de acuerdo, no es el papel de su vida (por escaso), pero no me digais que no os entran ganas de sacarlo de la pantalla, meterlo en el bolso y llevarlo para casa--, y el siempre correcto Tim Robbins --ay, quien te pillara--. pero me quito el sombrero otra vez --ya me lo quité en Mi vida sin mi-- ante Sarah Polley, esa pedazo de actriz desconocida y sigilosa. Qué monstrua. En Mi vida sin mi, Sarah era Ann. No interpretaba a Ann: era Ann. Era ella. Pues aquí, tres cuartos de lo mismo. Resulta casi imposible imaginar que esta mujer no sea el personaje que interpreta.

Pues eso. Un diez para la Coixet. Esperando saber contar, alguna vez, las cosas como lo hace ella.


-¿Vendrás conmigo? ¿Me cogerás la mano cuando pueda volver a mirarme en un espejo?
(del guión de la peli La Vida secreta de las Palabras)



PD: mi empanada no tiene límites. Ya me pasó con el anterior eclipse solar, que pensé: "Uy, qué mal día se está poniendo". Pues con el del miércoles lo mismo. En lugar de disfrutarlo, cuando veo que la luz empieza a menguar pienso que va a caer un chaparrón del quince. Y mientras, ese fenómeno esporádico, se escapa de mi alcance. Luego me acuerdo: "Hostia, el eclipse... Así que el mal tiempo era por... ¡Gilipollas!"

Lo cual me recuerda cuando, en medio de una multimanifestación contra la guerra en BCN, entré en el lavabo de un bar y, al salir, un chico me preguntó qué tal estaba yendo el asunto, a lo que le contesté que la gente se estaba escaqueando porque hacía frío y llovía sin cesar. Cuando salí del bar, mis amigos y mi entonces novio, con sonrisa de bobos, me preguntaron: "¿Qué te ha dicho Manu Chao?".
No habría sido nada raro si servidora no hubiera tenido todos sus discos (desde Mano Negra) y no le hubiera adulado cual fan adolescente bisbalina.

lunes, marzo 27, 2006

Cambios.


Nada, que he cambiado un poco el aspecto del blog por algo más sobrio, menos denso.

Ha llegado la primavera, ¿no?

¡Pues que se note!



El retonno

Bueno, tras meses de intenso curro oficial --de los que te pagan y esas cosas--, y nulo trabajo en el blog --aunque antes tampoco destacaba precisamente por su frecuencia informativa--, he vuelto. Por poco tiempo, creo. Espero. De aquí a dos semanas espero hacer otra vez una suplencilla en ese grandísimo periódico en el que trabajo --por si me leen, a ver si me hacen fija--, pero mientras tanto, habrá que aprovechar un poquito la vida y vivirla. Que tanto trabajar me ha convertido en una especie de deshecho social: sin amigos, sin familis, sin novio, sin nada.
Bueno, a ver, les continuo teniendo a todos. Pero mientras curro me meto tanto en la faena que me olvido que los tengo. Soy un poco desastre para las relaciones sociales. Sí. Es uno de mis grandes --entre la abundancia-- defectos.
Pero es que no puedo hacer nada para remediarlo. Trabajo más horas que un reloj, pero no me importa, porque me encanta mi trabajo. Me apasiona contar la historia en tiempo real. De viva voz. Es curioso. Todavía no me acostumbro a ir en el metro y ver que la señora que está a mi lado está leyendo un reportaje que yo escrito, con más o menos fortuna.
En este tiempo han pasado muchas cosas que he tenido la oportunidad de vivir casi en primera persona. A destacar, con diferencia, el alto el fuego permanente de ETA. Una grandísima noticia, sin duda.
Y mi orden de prioridades ha cambiado. He descubierto cosas de mí misma. Del pasado, del futuro, del presente. Me conozco un poquito mejor. Y he descubierto que me conocía menos de lo que pensaba. Y que los demás me conocían más que yo. Es lo que tiene la transparencia: es uno de mis peores --entre la abundancia-- de mis defectos.
Y en cuanto a la suerte. Mala suerte es que una de las millones de células de tu cuerpo le de por rebelarse y joder la vida; la tuya y la de los que te rodean.

Gracias Francesc, por hacerme bajar a la tierra. Ahora soy un poquito más valiente --que sí, que ya lo era, pero ahora lo soy un poquito más--. Un poquito más libre. Y también un poquito más vieja de espíritu.

**En cuanto al título, no le hagais mucho caso. Es un lastre de mi época friki de Martes y 13. ¿qué pasa? Todo el mundo tiene un pasado, ¿no?