Bueno, a ver, les continuo teniendo a todos. Pero mientras curro me meto tanto en la faena que me olvido que los tengo. Soy un poco desastre para las relaciones sociales. Sí. Es uno de mis grandes --entre la abundancia-- defectos.
Pero es que no puedo hacer nada para remediarlo. Trabajo más horas que un reloj, pero no me importa, porque me encanta mi trabajo. Me apasiona contar la historia en tiempo real. De viva voz. Es curioso. Todavía no me acostumbro a ir en el metro y ver que la señora que está a mi lado está leyendo un reportaje que yo escrito, con más o menos fortuna.
En este tiempo han pasado muchas cosas que he tenido la oportunidad de vivir casi en primera persona. A destacar, con diferencia, el alto el fuego permanente de ETA. Una grandísima noticia, sin duda.
Y mi orden de prioridades ha cambiado. He descubierto cosas de mí misma. Del pasado, del futuro, del presente. Me conozco un poquito mejor. Y he descubierto que me conocía menos de lo que pensaba. Y que los demás me conocían más que yo. Es lo que tiene la transparencia: es uno de mis peores --entre la abundancia-- de mis defectos.
Y en cuanto a la suerte. Mala suerte es que una de las millones de células de tu cuerpo le de por rebelarse y joder la vida; la tuya y la de los que te rodean.
Gracias Francesc, por hacerme bajar a la tierra. Ahora soy un poquito más valiente --que sí, que ya lo era, pero ahora lo soy un poquito más--. Un poquito más libre. Y también un poquito más vieja de espíritu.
**En cuanto al título, no le hagais mucho caso. Es un lastre de mi época friki de Martes y 13. ¿qué pasa? Todo el mundo tiene un pasado, ¿no?
