Ha llegado el fin del año, y la hora de hacer balance. Es un tópico típico, esto del balance, pero quieras o no, acabas haciéndolo. En la tele hay balances, resúmenes, de todo el año, en política, sociedad, corazón, ciencia, massmedia, y todo el rollo éste. Yo, como hace un tiempo aprendí a ser un poco más egocéntrica de lo que había sido hasta el momento (esto del egocentrismo es una adicción; puede ser enfermizo si no encuentras a alguien que te eche el freno cuando te hace falta), pues eso, que yo me dedicaré a hacer un balance personal de este año.Y la conclusión que saco es que he tenido muy mala suerte.
La gente que me conoce se hace cruces de cómo puede alguien tan aparentemente y insultantemente racional como yo pueda llegarse a obsesionar con el tema de la suerte. Pues sí, pienso que la suerte decide nusestras vidas. Evidentemente, nuestras decisiones también tienen mucho que ver al respecto: ya sabemos las frases hechas que dicen que cada una de nuestras decisiones marca nuestro camino, que cada uno elige, consciente o incoscientemente, su propio destino, bla, bla, bla, bla. Lo que querais. Pero la suerte es, la que al fin y al cabo, decide nuestras vidas.
Pero no me refiero, ojo, al azar; esto es, a la de que te toque la loteria, de que el banco te ingrese más intereses de la cuenta o de encontrar un piso a precio mínimamente decente. No. No me refiero a esa suerte. Ni me refiero a no pasar por debajo de una escalera, no derramar la sal o no vestir de amarillo o salir de casa el día 13. Me la sudan esas gilipolleces. Me refiero a la suerte de las rutinas, del día a día. El otro día vi una peli, The Cooler, que hablaba de un tipo gafe y reflejaba muy bien lo que quiero decir. La suerte de no pillar una enfermedad que, hubieras tomado cualquier decisión, habrías pillado igual. La suerte de no haber de aguantar el dolor que te produce el sufrimiento y la muerte de tus seres queridos. La suerte de que no te peguen una hostia con el coche y te dejen parapléjico de por vida. La suerte de que el amor que te mereces te sea correspondido, simplemente; con sus más y sus menos, pero correspondido. O la suerte en temas aparentemente nimios pero que te hunden poquito a poquito: que no se haya acabado el rollo de papel de vater; que siempre que llegues a la estación no se acabe de ir el tren que, casualmente, va con cinco minutos de adelanto; la suerte de que no te caiga una tormenta el día que más encargops tiene que hacer. En esos aspectos, tus decisiones importan un comino. Y mi racionalidad se va al traste cuando pasan cosas tan ilógicas y tan desafortunadas que no les encuentro explicación razonable, ni manera de haberlas evitado. Lo que me hace pensar que, al fin y al cabo, quizá si que sea verdad que la vida nos da las cartas y nosotros hemos de jugarlas, pero al final, juguemos como juguemos, el resultado va a ser el mismo. En algun post anterior he dicho que la vida es una broma de mal gusto. Para mí, este año, ha sido un aprendizaje que no me ha hecho ni puta gracia. Lo siento.
Pero bueno, también me han pasado cosas buenas, que estas sí que me he trabajado yo. Mi pareja todavía me soporta, lo cual es admirable. He reencontrado la amistad con viejos amigos a los que creía dejados al borde del camino. He cumplido uno de mis sueños, por muy tonto que parezca: he asistido a un concierto de mi grupo favorito. Una tontería, a simple vista, pero fueron las dos horas que más me han llenado de todo el año. Todavía trabajo en lo que me gusta. Mis amigos me siguen queriendo y mi familia va tirando. He conocido a gente nueva maravillosa.
¿Por qué no puede haber un mínimo de concordancia en las emociones que se despiertan en nuestra vida? ¿Por qué las alegrías siempre parecen menores que la magnitud de las tristezas? ¿Por qué la muerte, el sufrimiento, la enfermedad?Curiosamente, cuanto mayor me hago no sé si soy más fría o tengo las espaldas más anchas, pero ya nada me duele tanto. Pero me da miedo que las cosas tomen la tóbica que han tomado este año.
Así que, hablando mal y pronto, a tomar por culo el 2005. Que se vaya a la puta mierda. Que no quede ni en el recuerdo. Y feliz 2006 a todos. De todo corazón.
sábado, diciembre 31, 2005
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