miércoles, abril 26, 2006

Carmen.

(BSO: Summertime, de Janis Joplin)

Prometí que hablaría de la charla de Carmen Avendaño, y lo hago. Me cuesta, por eso; estoy muy perra.
Carmen Avendaño tiene una presencia rotunda. No es demasiado alta, ni demasiado gruesa, pero desprende tal fuerza que es imposible no fijarse en ella. Matriarca gallega, su voz confirma el peso de la vida; la carga de su existencia. Todo sin nombrar lo innombrable: su vida. Su experiencia como madre de dos drogadictos. Parece como si a Carmen le diera la impresión que hablar de su experiencia familiar es sinónimo de compadecerse; como si no quisiera que los demás vieran en ella a una madre abnegada y sufridora. Porque ella decidió dejar de sufrir hace tiempo. "No por quedarte en casa, sufriendo, tus hijos van a curarse", dijo.
Y salió de casa. Vaya si salió. Y se tiró encima a media Galicia, esa Galicia que aún vive limitada por el miedo y atrapada en las fauces de los caciques. Los mismos que ponían el autocar para que todos los del pueblo fueran a votar a Fraga al colegio electoral más cercano. Esos. Esos que se forraron a costa de la vida de sus vecinos, trayendo barcos cargados de heroína, en los 80, directos hacia la juventud gallega. Esos que hicieron tanto dinero a costa de estos pobres jóvenes (quienes no conocieron novias, ni coches, ni nada, porque se metieron en el jaco con 14 años y muchos de ellos no llegaron a los 18), que tuvieron que invertir todo su dinero en proyectos urbanísticos en la Costa del Sol. Por lo visto, según Carmen, en la Costa del Sol hay mucho, pero que mucho, capital (por llamarlo de alguna forma, proveniendo de donde proviene) gallego procedente de la venta y el narcotráfico de droga. Capital que ha hecho que en dicha región haya un campo de golf para cada dos aficionados. Yo no sé si soy yo sola, pero no conozco a nadie que practique el golf. ¿Por qué hay tanto campo?
El caso es que la mafia del narcotráfico gallego tenía muy buenas relaciones con Gil y Gil (fallecido exalcalde de Marbella), y probablemente las tenga, también, con el actualexayuntamiento (están todos en la cárcel) marbellí. Así que como tiren de la manta, no se escapa ni el gato.
Mientras los caciques gallegos sreguían viviendo en chozas y pazos enormes y conduciendo coches imposibles, los jóvenes gallegos seguían muriendo y las madres de Érguete yendo de pueblo en pueblo a explicar su misión. En muchos de esos pueblos eran abucheadas, y sus asambleas eran reventadas. ¿Por qué? Sencillo: iban en contra del que les daba de comer, del dueño de las tierras, del que les prestaba dinero, del que daba trabajo. Les daba igual si la droga era buena o no para sus hijos. Tenían miedo. Y se limitaban a hacer y decir lo que el cacique esperaba de ellos. La pena es que el caciquismo, hoy en día, aún existe en Galicia. Porque Galicia es como si fuera otro país. Es difícil de explicar, pero si algún día vais a la tierra galega y hablais con sus gente, lo entendereis. Sin embargo, yo me muero por volver.
La experiencia de muchos drogodependientes se ha agravado en la cárcel. Porque la cárcel no cura: la cárcel destruye. Y la toxicomanía es una enfermedad que hay que curar. Sin embargo, no sé sabe muy bien cómo, en las cárceles los toxicómanos agravan su dependencia y acaban contrayendo enfermedades como el sida o la hepatitis. Muchos mueren por su causa. Lo cual hace replantear si los toxicómanos deben ingresar en la cárcel cuando es evidente que ésta no cumple la función rehabilitadora para la que se supone que existe y para la cual los españolitos pagamos parte de nuestros impuestos.
Carmen está cansada. Se nota en su voz y en su postura. Ha cumplido 60 años, ha conseguido mucho y quiere dejar el relevo a generaciones más jóvenes. El problema es que las generaciones más jóvenes no quieren saber nada de relevos. Y Carmen tiene miedo. "He vivido los 80, con dos hijos toxicómanos, y es ahora cuando, por primera vez, estoy asustada". Hace diez año, la Conselleria de Educación Galega hizo una encuesta a niños de 6º, 7º y 8º curso sobre qué preferían ser: policías o narcotraficantes. El 87% de los niños respondieron que querían ser narcos. Les ven con grandes coches, grandes casas, grandes influencias (policiales, políticas, oficiales), sin estudios, campando con total impunidad; todo el mundo les respeta. Y, por otro lado, está la apatía juvenil actual. Soy voluntaria desde que tenía 15 años, pero no conozco a nadie, con esa edad, que sea voluntario hoy en día. Los jóvenes mileuristas bastante trabajo tenemos con pagar nuestras hipotecas y conservar nuestros trabajos.

Carmen está cansada y asustada. Y la verdad es que, viendo el panorama, es para estarlo.


(Muxía, Semana Santa del 2004)

Post Scriptum: Por cierto, que viva el Villarreal!!!

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